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Más árboles noviembre 14, 2006

Posted by Argonaut in Uncategorized.
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A raíz de un post de José Carlos Rodríguez cuento una experiencia personal. Hace tiempo, cuando era socio de Greenpeace y tenía al Quercus como revista de cabecera, uno de los dogmas indiscutibles consistía en que una de las causas del deterioro del medio ambiente en los países desarrollados era «el abandono de los usos y costumbres tradicionales en el medio rural». Se relacionaba muy especialmente con el hábitat del oso pardo en la montaña cantábrica.
Jamás conseguí entenderlo.
El oso, al parecer, requiere grandes espacios carentes de intervención humana, pero tal y como se presentaba el tema daba la sensación de que antes de que hubiera campesinos tradicionales no había osos. A mí me daba la sensación de que debía ocurrir al contrario: si el animal tiene esos requerimientos estaría feliz en sus florestas vírgenes, mucho mejor que cuando comenzaron a aparecer por allí individuos provistos de sierra y azada. En cualquier caso, el apriorismo oficial era que un mosaico de huertos, granjas, bosque y demás (todos tradicionales, por supuesto) resultaba beneficioso. Pero también había que lamentar el retroceso de «lo salvaje» provocado por el aprovechamiento agrícola.
Hoy en día entretengo mis ocios en un terruño de la ruda meseta cercano a Madrid, con mis colmenas y mis pocas cepas. Me he quedado solo: los cultivos que lo rodeaban cuando era niño se convierten a ojos vista en matorral, primer estadio del bosque. Los pocos hombres del campo que quedan, todos ancianos, comentan que en sus juventud era difícil no percibir presencia humana en el campo: uno cavaba por aquí, una mula y su dueño por allá…Hoy son comunes los días en que, del amanecer al ocaso, no me cruzo con persona humana alguna.
Pero sí con animales variados que, o antes no estaban o habían desaparecido. Imagino que atraídos por la tranquilidad que les depara el abandono de «los usos tradicionales» o, más seguramente, por que su mayor fuente de problemas y declarado enemigo, el campesino tradicional (que los liquidaba sistemáticamente: por diversión, superstición, nutrición, costumbre…) ha desaparecido.
Todo este cuento para darle la razón a José Carlos: es el desarrollo y la creación de riqueza quien permite librarse de la visión de todo el medio natural como despensa, para pasar a una dimensión nueva, más elevada y más enriquecedora, en la que éste se disfruta como es, y no por lo que proporciona.
Si hace falta que ponga el ejemplo de cómo los países más ricos son los mejor conservados, pues queda puesto.
Una última maldad: las tierras que aún se mantienen, pobremente trabajadas por emigrantes rumanos o ucranianos que en sus países eran buenos fontaneros o sastres, lo hacen para cobrar las subvenciones  de nuestra bien amada UE. Es decir: pagamos impuestos para salvar los bosques y los pagamos para que no se salven. ¿Cabe negocio más redondo?

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Comentarios»

1. El Cerrajero - noviembre 15, 2006

Es que en esta Expaña nuestra ya no hay quien entienda nada de nada.

2. Feijoo - noviembre 27, 2006

Parques eólicos, urbanizaciones, cotos vallados, moteros, rebolloneros, excursionistas simpáticos, deportistas de marca, roturadores de fín de semana, cazadores de subvenciones. La nueva y prepotente fauna que consume los montes españoles no creo que constituyan una dimensión más elevada.


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